lunes, 29 de agosto de 2016

Segunda semana en Japón

Aquí se me pasa el tiempo volando, no me he dado cuenta y ya llevo dos semanas en Japón. Ahora que me voy haciendo a las costumbres, al idioma (un poquito) y a vivir con Hiroyo (y ella conmigo), empiezo a disfrutar de mi estancia aquí.

Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención en la cultura japonesa es la religión. Los japoneses son mayoritariamente budistas y shintoístas, aunque hay también un pequeño grupo de cristianos. Por lo que he visto hasta ahora, la religión está muy presente en pequeños detalles cotidianos: en la entrada de las casas suele haber animales "guardianes", en otras también hay portales y mini-santuarios, y estos días sonaron varios avisos de bomba por todo el pueblo en conmemoración de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki (momento para rezar).

También he podido ver un ritual religioso al completo, se trata del obon, unas fiestas que se hacen en verano para honrar a los muertos (algo así como Todos los Santos). Durante el obon, las almas de los muertos van a las casas de sus familias para visitarles. Los familiares les homenajean de distintas maneras. Lo primero que hicimos fue ir a uno de los muchos cementerios que hay en el pueblo, a la tumba (ohaka) del abuelo de Hiroyo. Esta parte del ritual se parecía bastante a lo que había visto en España: los familiares limpiaron la tumba y pusieron flores. Luego encendieron varillas de incienso y fueron llevándolas y rezando uno por uno en la tumba. Hiroyo me dejó pasar con ella y le imité: puse una varilla de incienso encendida y junté las palmas de las manos e incliné la cabeza (manera de rezar de los japoneses, muy parecida a la nuestra, aunque lo hacen muy rápido, yo creo que no cabe un padrenuestro). Hiroyo no reza oraciones (que las hay, sutras budistas) sino que pide un deseo. Me estuvo contando que los budistas y los shintoístas rezan de distinta manera: los budistas frotan un poco las palmas de las manos antes de juntarlas y ponerse en actitud orante; y los shintoístas dan dos palmadas y luego juntan las palmas. Qué curioso...

Sonido del santuario




Al día siguiente hicimos otra ceremonia en casa de los padres. Allí tenían guardadas en un armario unas tablillas funerarias (ihai) con los nombres de sus antepasados. Los días del obon, sacaban estas tablillas y las ponían en un altar en un sitio especial de la casa. Un monje venía a rezar a las tablillas. Aprovechando que quería conocer a los familiares, me fui para la casa de los padres y estuve cotilleando. Tenían una habitación especial, muy decorada, con el koto de Hiroyo, donde habían puesto un pequeño altar. Esta sala la utilizaban para reuniones de negocios y ceremonias de este tipo. Muy distinta de nuestros "salones para las visitas", sin embargo. Había incienso, cuencos de agua, ofrendas de frutas y unas bolitas como de dango (arroz glutinoso). Mientras esperábamos al monje, una sobrina de Hiroyo que hablaba algo de inglés me explicó que los muertos tenían un nombre de difunto distinto al que habían tenido en vida. Junzô (padre de Hiroyo), por ejemplo, iba a cambiar una parte de su nombre que significa "tercero" para que significara "primogénito". Por lo visto, la mayoría de las veces es el monje el que te pone el nombre de muerto, que es el que se graba en el ihai y en la tumba. Me pareció super curioso.




Por fin, cuando ya estaba cansada de ver el béisbol por la tele, llegó nuestro querido ossan (palabra cariñosa para monje). Estaba rapado y llevaba una túnica oscura. Pasamos a la habitación especial y nos sentamos en el suelo. El monje golpeó un cuenco tibetano y una especie de tambor de calabaza varias veces, como para coger ritmo, y empezó a recitar una letanía en sánscrito. Creo que estuvo diez minutos cantando y golpeando la calabaza rítmicamente, parando sólo para coger aire. Me impresionó mucho, lástima que no lo haya grabado! Cuando terminó, el monje se tomó un té frío con nosotros, y me preguntó cómo eran los rituales religiosos en España. Le expliqué que los curas decían unas palabras sobre Dios y todos respondían "amén" y se santiguaban. Era majete, la verdad. Después nos fuimos a comer en familia a un restaurante del pueblo (menudos udon, qué buenos estaban!).



No pude sacar fotos del altar de la familia de Hiroyo, pero he puesto fotos de un altar y unas ihai de un templo.Creo que a Hiroyo le tocó ir alguna vez más al cementerio a rezar, pero yo no estaba por la labor de levantarme a las cinco de la mañana esos días (si conseguía dormir hasta las seis, me daba con un canto en los dientes). El obon terminó el lunes pasado, y fuimos al santuario a llevar unas varillas de incienso. Nos quedamos hablando en la puerta (como siempre, pregunto todo lo que veo) y el ossan del otro día nos vio y nos invitó a pasar, algo poco habitual. Nos enseñó la sala donde tenían todos los ihai de las familias del pueblo. También nos estuvo explicando las estatuillas que habían sacado a la entrada: una serie de señores sentados, una vieja desnuda, y en un altar, un señor con un espejo y la cara roja. Delante de ellos había más ofrendas de pastelitos y fruta, y por todas partes había papeles con caligrafía. Os pongo una foto de otro templo, para que os hagáis una idea del espacio. Hay que descalzarse para entrar. La foto de debajo es del templo Seiraku-ji, donde vimos las estatuillas.




Según nos explicó el ossan, las estatuas representaban a las deidades con las que se encontraban las almas al morir. Primero se encontraban con la vieja desnuda, obaasan, que les quitaba la ropa y los dejaba "como vinieron al mundo". Luego se iban encontrando con esos señores que véis sentados, que les iban juzgando. El quinto en aparecer era Enma-sama, el de la cara roja, que es "gran dios", y lleva un espejo en el que el muerto ve reflejada su vida y todos sus actos, buenos y malos. Enma-sama se encarga de juzgar si vas al paraíso (rakuen) o al infierno (jigoku). El resto de deidades no recuerdo qué hacían...

La verdad es que el monje emanaba serenidad y fue muy atento con nosotras. Nos regaló un abanico caligrafiado y todo! Recuerdo que le pregunté qué le había impulsado a hacerse monje. Me contó que su padre era monje antes que él, y que lo había heredado. Estaba casado y tenía una hija, a la que me presenté en mi rudimentario japonés. Me sorprendió gratamente ver que los monjes budistas se pueden casar y tener hijos; aunque por lo que me dijo Hiroyo, sólo los hombres lo hacen, ella no sabe de ninguna monja budista que se haya casado. Ah, y también le pregunté al monje que cómo hacía para estar rezando tanto tiempo seguido, y me contestó que respirando con el diafragma. Os dejo con una grabación de lo que sonaba en el templo.


Y esto es todo en lo que respecta a los budistas. Unos días después, aprovechando una excursión a Ena, pasé por un santuario shintoísta y no me resistí a ver de cerca esa puerta roja que había divisado desde la carretera. La puerta se llama torii y es un símbolo de los santuarios shintoístas.


 Aunque se distinga por el torii y las banderillas rojas, el templo shintoísta tiene muchos puntos en común con el budismo, por lo que vi. Agua para lavarse las manos, animales guardianes (zorros o kitsune con pañuelos atados al cuello), campanas y templos de madera con tejados salientes a dos aguas. El templo shintoísta estaba cerrado, pero tenía una pequeña tiendecita de artículos sagrados. Compré una bolsita para tener un buen viaje y también un papelito de la suerte. El papelito me pronosticó la mejor de las suertes, pero a condición de que tratara bien a mis padres... ¡vaya, vaya! No soy nada creyente, pero he de admitir que el papelito dio en el clavo. Lo até a unas barras que había en el templo para que se hiciera realidad. También toqué la campana y deseé volver a Japón cuando hubiera aprendido el idioma.

Campana








He podido visitar unos cuantos templos en este viaje. Siempre que entro, me sorprendo: no están hechos para ser visitados todos los días, no hacen misa, como las iglesias cristianas. Y no tienen tanta decoración como nosotros, por lo menos los que he visto, eran más bien austeros. Tenían budas, alguna deidad, vasijas y muebles decorados, muchas telas y papeles caligrafiados... un rollo muy diferente. Los monjes y las mujeres con las que he hablado (esposas e hijas del monje en cuestión) han sido siempre muy amables con nosotras. Hiroyo me dijo, la última vez, que había sentido el wabisabi, que por lo visto es algo así como una serenidad que emana de las cosas austeras e imperfectas. A mí todas estas cosas me parecen curiosísimas, mientras que a Hiroyo le dan un poco igual. Estuve hablando con ella hace un par de noches sobre el tema de la religión y parece que la misma fascinación que tengo yo hacia Japón la tuvo ella cuando estuvo de visita en España. Me contó que una vez había ido a misa, y había besado al Niño Jesús, y que para ella eso había sido una experiencia increíble. ¡Que le habían impresionado tanto las luces, las estatuas y las canciones, que se había echado a llorar! Vaya, vaya... admito que el tema de la misa lo tenemos bien montado.

Le estuve haciendo algunas preguntas más. Aparte del tema de rezar, que lo he comentado al principio del artículo, también me ha explicado cosas de los monjes, las monjas y el sentimiento de los japoneses. Para empezar, el cargo de monje se hereda de padres a hijos. En seguida me surgió la pregunta "¿y si el hijo no tiene fe y no quiere ser monje?" Por lo visto, es bastante estricto eso, porque Hiroyo me dijo que esos chicos se convertían en "malos monjes". Segunda pregunta, ¿y las hijas, pueden heredar el cargo? No igual que los hombres. Hiroyo me dijo que las monjas -amasan- solían ir a los templos grandes para apoyar a los monjes con las tareas, pero que normalmente no había ninguna que fuera "directora" de ningún templo. Le pregunté por qué y me dijo que algunas de las tareas del monje eran muy duras para una mujer. Igualmente, las esposas de los monjes suelen ayudarles en las tareas (por ejemplo, ayer la mujer del ossan del templo nos lo enseñó, porque su marido estaba ocupado). Y, mientras que la mayoría de los ossan se casan y tienen hijos, las amasan por lo general no lo hacen. Hiroyo no me ha sabido decir si es que tienen un voto que se lo prohíbe, como en España, o es sólo una continuación del machismo japonés. Es una de las cosas que menos me gusta de su sociedad, que pese a su desarrollo tecnológico y económico, sigan siendo tan machistas, además de homófobos. Creo que en eso nos llevan veinte años de retraso... aunque ya comentaré más sobre ese tema en otra entrada.

Por último, le pregunté si los japoneses eran muy religiosos. Por lo que me contestó, creo que la situación está más o menos como en España: la gente mayor es más creyente, hay algunos practicantes pero no son mayoría, y los jóvenes tienen poco interés por la religión. Con la diferencia de que shintoísmo y budismo se dan la mano (el templo que hemos visto hoy en Kyoto tenía ambos tipos de santuario), mientras que España somos más separatistas. Y con esto termino la entrada de hoy. Os dejo con una pequeña curiosidad japonesa, no sé muy bien si es algo religioso o una superstición, pero desde luego es algo común. En las entradas de las casas y negocios, acostumbran a poner figuritas de animales que supuestamente traen felicidad, buena suerte y clientes. Os dejo con algunos animales guardianes:


Manekineko
Gato de la suerte, con su patita atrae a los clientes (y al dinero). Suele estar en las tiendas y restaurantes. También es típico en China. Los hay de todas formas y colores; por supuesto, me he comprado uno :3




Tanuki
Especie de tejón con los huevos muy grandes. Se supone que puede transformarse en cosas y en humanos. Hay una película muy maja de Studio Ghibli sobre los tanukis llamada Pompoko.



Kitsune
En nuestra cultura el zorro se asocia con la astucia y a veces con la mezquindad; pero no es así para los japoneses. Es un animal mágico y tiene poderes tanto buenos como malos. En este templo, los fieles le han puesto unos pañuelos y creo que tiene algo que ver con el éxito en los negocios.



Fukurô
En la foto, el búho tiene un cartel al lado que dice irasshaimase, "bienvenido". La palabra fuku de fukurô significa "felicidad". He comprado unos cuantos para repartir felicidad a mis amigos de España. Todas las fotos eran mías, menos esta imagen, que está sacada del blog dailyglimpsesofjapan.blogspot.com.es



lunes, 15 de agosto de 2016

Primera semana en Japón

Llevo ya una semana en Japón y tengo la sensación de que ha sido mucho más. Los días aquí son muy intensos - no es que lleve un ritmo de vida muy agitado, muchos días sólo salgo de casa para ir al supermercado (suupaamaaketto)... pero es que yo flipo con cualquier cosa de aquí, incluso con un supermercado!

No quería extenderme mucho en esta entrada, aunque tengo muchísimas cosas que contar; pero he preferido sintetizar mi experiencia en un vídeo que grabé viajando en coche de Iwamura a Tajimi, y viceversa. En el vídeo hablo con Hiroyo, mi anfitriona, sobre distintos aspectos de la cultura japonesa. Creo que tiene más gracia que veáis a una nipona hablando de su país que os lo cuenta una gaijin (extranjera) como yo. Por cierto, hay algo de ruido de fondo en el vídeo, así que recomiendo escucharlo con cascos (no está subtitulado, la mayor parte de la conversación es en español).



Japón es totalmente distinto a España, es como irse a otro planeta. Los primeros días estaba muy desubicada, pero ya empiezo a acostumbrarme al modo de vida nipón: levantarse a las cinco-seis de la mañana, desayunar sopa de miso y arroz, saludar con reverencias, quitarse los zapatos al entrar en casa y al ir al baño, que el váter tenga más funciones que un ordenador...




El paisaje de Iwamura es precioso: casitas de madera y arrozales. Por lo visto, está considerado como el mejor paisaje de Japón. No se parece nada a la imagen que tenía de las grandes ciudades llenas de neones y multitudes, pero se vive bien aquí. Es, en algunos aspectos, parecido a la vida en los pueblos españoles. También hacen fiestas en verano, con fuegos artificiales (hanabi). Ayer estuve en una barbacoa familiar (yakiniku) y se estaba la mar de a gusto...




Hablando de comida, este es nuestro desayuno, que en japonés se dice asagohan (literalmente, 'arroz de la mañana'). El nombre le va que ni pintado, porque consiste en sopa de miso, arroz blanco, té verde, y lo que haya: el día de la foto comimos tortilla francesa o tamagoyaki y unas judías de soja que, aunque parecen olivas, son dulces. Al principio me chocaba, pero cuando me llevaba un par de días levantando a las cinco de la mañana, esto me entraba mejor que el colacao! La comida de aquí es muy distinta a la española, e incluso a la comida japonesa que había probado en España. Todo sabe salado, amargo, ácido o picante, hay un montón de variedades de alga, como muchísimo arroz (para ellos es el pan de cada día), el dulce casi no existe... nada es lo que parece, el otro día probé unas ciruelas llamadas umeboshi y esperaba que fueran dulces, como las españolas... pues no! Son la cosa más salada que he comido en mi vida! Kirai!





El váter es pura tecnología japonesa! De momento, sólo he aprendido a usar la cisterna. Y a cambiarme de zapatillas para entrar al cuarto de baño. En Japón, la ducha y el váter están en cuartos distintos. Por lo visto, el váter les parece algo súper sucio y hasta se cambian de zapatillas para entrar al cuarto de baño. Pero no tiene nada que ver con que el baño esté limpio o no, creo que es algo cultural. Quizá por eso los váteres son tan sofisticados... por cierto, en España solemos reírnos de que coman tanto arroz diciendo que deben de ir estreñidos todo el día. A mí todavía no me ha pasado eso. Más bien lo contrario...




Mi anfitriona, Hiroyo, está haciendo la tesis doctoral en Bellas Artes a sus 54 años. Mi misión aquí es corregir sus textos, aunque su español es tan malo que a veces siento que estoy traduciendo, más que corrigiendo. Me enseña muchas cosas sobre la cultura japonesa y el idioma, de hecho, la tengo frita de tantas preguntas que le hago. Por ahora he aprendido a presentarme, dar las gracias, pedir agua y otras expresiones cotidianas. Sé hacer frases muy sencillas y hablar un poco de lenguaje formal e informal. Parece mentira que hace un mes estuviera estudiando hiragana y katakana, en una semana aquí he aprendido muchísimo. Pero es que lo necesito para sobrevivir. Por aquí hablan poco inglés y la única que habla español es Hiroyo. Tengo que estudiar más... mi objetivo es poder ir sola a Kyoto para visitar el museo del manga.

Iré contando más cosas conforme pasen los días. Echo mucho de menos España. Japón no es como me lo imaginaba, pero estoy aprendiendo mucho.





miércoles, 3 de agosto de 2016

Aprendiendo japonés con Otoño

Ya me queda muy poco para coger el avión rumbo a Japón! Voy a estar del 6 al 25 de este mes en el país del sol naciente. Creo que no he contado nada por aquí, así que lo voy a explicar brevemente por si alguien no se ha enterado.

Tengo una conocida japonesa que me ha invitado a su casa a cambio de que le ayude con la tesis. Se llama Hiroyo y es algo mayor que yo, hace unos años estaba en mi facultad haciendo el doctorado y yo siempre la saludaba y le preguntaba cosas sobre Japón (en aquellos tiempos todavía recordaba algo del japonés que estudié en bachillerato, seguro que le hacía ilusión que alguien le hablara en su idioma). El caso es que la chica se volvió a Japón cuando acabó el curso y ya no supe más de ella hasta hace un par de meses, cuando de repente me escribió un correo pidiéndome ayuda con la tesis. Necesitaba que le ayudara a redactarla en español porque su español no es muy bueno. A cambio, me invitaba a su casa en Gifu, una pequeña ciudad cerca de Nagoya. Yo acepté sin dudarlo! Y, para mi sorpresa, mientras intentaba convencer a mis padres y contaba mis ahorros, me encontré con que la chica estaba dispuesta a pagarme el avión. Así que ya no hubo marcha atrás: iba a pasar el verano en Japón.

Me costó bastante tiempo hacerme a la idea, la verdad. Y eso que Japón es mi tierra prometida (todo lo que me gusta viene de allí). Quizá por eso, y por ser tan caro, me había autoconvencido de que nunca iría allí. Y de repente, por ser simpática, me llega este viaje caído del cielo. Además, voy a visitar Japón conviviendo con japoneses, que es muy distinto de ir a hoteles y hacer turismo. Siempre he querido saber cómo viven en su día a día, cómo se relacionan, y realmente creo que esta es la mejor manera de averiguarlo. Creo que voy a estar bastante ocupada traduciendo la tesis de esta mujer, pero espero poder viajar un poco y visitar algunos sitios (Gifu está al lado de Nagoya y Nagoya está a medio camino entre Kyoto y Tokyo).

De momento, he vuelto a retomar el idioma japonés, que lo empecé a estudiar por mi cuenta hace unos años y lo acabé dejando... (como el resto de mis papeles, también le estoy quitando el polvo). Para hacerme el estudio más ameno, me he impreso una libreta con unas ilustraciones que hice ayer de Luci en plan sexy y de vez en cuando cuelo algún dibujito entre los apuntes. Es mucho más divertido aprender japonés con Otoño.









 Luci se presenta (watashi wa Luci desu, hajimemashite) y Nacho le contesta (watashi no namae wa Nacho desu. Yoroshiku onegaishimasu). Atentos a las pintas de Nacho, que se ha travestido para la ocasión con un kimono y unos adornos para el pelo entre los que destaca una especie de boñiga atada con una venda.

martes, 2 de agosto de 2016

Polvo de papel

Muchos de los seguidores de Otoño quizá os preguntéis cómo he llegado a dibujar así. No voy a presumir de calidad en cuanto a realismo y virtuosismo, y no voy a ocultar que solía suspender dibujo en la carrera. Pero el estilo que tengo, por humilde que sea, me ha llevado bastantes años de trabajo y de experimentación, como a todos los artistas. Ahora que he vuelto a casa por vacaciones, he estado organizando mi habitación y he sacado a la luz una cantidad increíble de papeles y de polvo. Mis cuadernos de dibujo, mis apuntes de natural, las clases teóricas, las fotos del interrail, mis cuentos de bachillerato, hasta unas cartas de mi primer novio... ha salido de todo!

De vez en cuando me toca ordenar la habitación y es casi un ritual de la memoria: tengo que decidir qué tiro y qué conservo, qué se queda y qué guardo en el trastero o en otros rincones de la casa. Es necesario quitar cosas viejas para dejar espacio a las cosas nuevas. Soy un poco obsesiva con este tema, me da mucha pena tirar cosas con las que he tenido un vínculo afectivo, aunque ya nunca las use.

Esta foto debe de ser de 2011 - de mi primer Interrail Esos son mis amigos de Zaragoza, que han inspirado muchas de las aventuras y personajes de Otoño. Y la del centro soy yo con 19 añitos...

Excavando en mis estanterías y en mis armarios, he ido sacando carpetas de la carrera y he llegado hasta los dibujos que hacía en bachillerato, es decir, mis pinitos artísticos. Por aquella época (2009) iba a una academia de dibujo para prepararme para entrar en Bellas Artes, aunque ya no hicieran prueba de acceso, y ya no era tan divertido como cuando simplemente dibujaba por placer. Y en mis ratos libres leía muchísimo manga, mi época friki estaba en plena ebullición, estudiaba japonés, veía anime y no me perdía un salón del cómic ni las "Jornaicas" que se celebraban en Zaragoza.


Como todo el mundo, aprendí a dibujar copiando a otros. Copiaba los mangas que me gustaban y luego me pasaba las clases dibujando y pensando en las musarañas. También leía manuales de "cómo dibujar manga" de pe a pa. Estos dibujillos son una fantasía homoerótica con Naruto y Sasuke. En aquella época me era más aceptable dibujar a chicos juntos que a chicas.



Esta lámina no se lee muy bien, porque está hecha a lápiz, pero es una gracia que hice para el concurso de caricaturas del colegio. Mi tema eran los filósofos sexys y dibujaba a Platón, a Kant y a Freud haciendo comentarios eróticos; pero lo mejor eran las caricaturas del profesor de Filosofía con un látigo y unos pantalones de cuero y del profesor de Lengua con su frase típica "yo soy guapísimo" que utilizaba para explicar las oraciones con predicado nominal. Para mí fue una revolución el dibujar a mi profesor en este rollo sexy... aunque me lo imaginaba de esa guisa mientras estaba explicando que nuestra vida era un sueño de Dios y que las leyes de Newton eran falsas... (luego estaba tan motivada que sacaba dieces, jeje). El otro profesor tampoco está en el ranking de los filósofos sexys por casualidad, me inspiró muchísimo y fue el primero en leer mis cuentos y poemas.




A decir verdad, no entiendo muy bien de qué va esta tira. Salen dos amigos míos dándose un baño con Link (el protagonista de Zelda) y hablando de tamaños de penes. De pronto hay una viñeta feliz con Link en versión chibi moviendo la colita rodeado de penes... en fin, supongo que ya apuntaba maneras. Por cierto, la tira se lee en sentido oriental, como los mangas que leía por aquel entonces.



Este cómic no llegó a pasar de la primera página, y es una pena: se trataba de una historia corta en la que una chica y un chico se intercambiaban los cuerpos. La página que dibujé corresponde a la chica (con cuerpo de chico) poniéndose cachonda al entrar al vestuario masculino y ver a todo quisqui en bolas. Es una pena que no haya dibujado más, en los bocetos la chica iba desnuda y tenía el pelo negro y largo (a quién me recuerda?) ;) pues la historia se me ha quedado pululando en la mente y de vez en cuando reaparece, así que no os extrañéis si acabo metiéndola en el cómic.

He dejado para el final lo mejor: mi primer cómic. Es una manera de llamarlo, porque lo empecé y lo dejé a las cinco páginas; pero se puede decir que fue la primera vez que tenía una historia completa y que me senté a desarrollarla poniendo toda mi técnica en el empeño. Os vais a dar cuenta en seguida de la influencia del manga (aparte del sentido de lectura oriental, uso líneas de movimiento y encuadres típicos de manga, además de tramas colocadas a mano). El cómic cuenta una anécdota que me pasó con mis amigos a la salida de la academia de Dibujo: nos encontramos una paloma herida debajo de un coche e intentamos salvarla. Para mí fue algo tan emocionante que tuve la necesidad de contarlo, y esto es lo que salió.






Ay, qué pena, a la sexta página me cansé!! Lo cierto es que me llevaba muchísimo tiempo hacer cada página, entre lo mal que dibujaba y las tramas y las líneas hechas con regla y los efectos... en fin, ahí podéis ver mi estilo en 2009. La perspectiva es un poco medieval y de las caras ni hablemos, además que el flujo de lectura es chungo, pero tiene su gracia.

También he encontrado unos cuantos fanzines de los años 2007 a 2010... la verdad es que ahora los miro y algunos (no todos) me parecen chunguísimos, pero por aquel entonces no tenía tanto criterio y compraba a la gente que me caía bien (jeje, eso lo sigo haciendo ahora, en verdad). Me pregunto qué habrá sido de los artistas que comenzaron haciendo sus pinitos en estas publicaciones, creo que algunos han seguido y han llegado a ser fichados por editoriales... 


 Ahora ya no compro tantos fanzines, me he pasado a los cómics antiguos y a ser posible eróticos: la revista Kiss Comix, el Víbora, Cimoc, y una revista italiana de los años 70 llamada Lesbo son algunas de las curiosidades de mi colección. Parece que, tanto en mis dibujos como en mis colecciones, me he refinado con los años :)